Cómo ser un profesor con influencia sobre tus alumnos

El tema de moda en educación estos días es la campaña de Blink Learning sobre real influencers, que tiene como objetivo reivindicar la importancia de la figura del docente en la sociedad. Como profe de secundaria, entiendo que la campaña tiene muy buena intención, aunque no acabo de encajar muy bien que el vídeo en cuestión utilice esa terminología o nos compare con los youtubers del momento…

Pero dejando un poco a un lado el término «real influencer» y el asunto de Youtube, creo que si algo tiene de positivo la campaña es que invita al debate y a la reflexión. En realidad, sí es cierto que un profesor puede despertar en su alumnado el interés por aprender, al menos una materia determinada, y puede guiar la construcción de ese aprendizaje si consigue motivar a los alumnos y a las alumnas. Así que yo me he preguntado qué cualidades tendrá ese profesor o esa profesora que puede ser considerado por su alumnado como un «real influencer» y se me han ocurrido unas cuantas ideas.

  • Tener pasión por lo que se enseña y capacidad para transmitir esa pasión. Lo primero que notan los alumnos es que a nosotros nos encanta lo que les estamos contando y eso, como mínimo, despierta en ellos la curiosidad por saber por qué nos gusta tanto. De nosotros depende además saber mostrarles los aspectos más divertidos y atractivos de eso que tanto nos gusta, para conseguir que a ellos también les pique el gusanillo. Aún así, nunca lo vamos a conseguir con todos, siendo honestos, los mismos profesores, por mucha pasión que sintamos, adoramos unas materias pero detestamos otras, aunque normalmente no lo vayamos diciendo muy en alto por ahí.

  • Estar al día en cuestión de gustos y tendencias, dentro de unos límites, es fundamental para todo lo que sigue. Pero tampoco hay que pasarse, por muy moderno que un profe sea, para los niños y niñas no deja de ser un profe y por definición viejuno y un tanto aburrido, así que si lo de ser unos modernos se nos va de las manos, podría llegar a resultar ridículo… Pero si conseguimos demostrar que estamos al tanto de personajes, expresiones o modas en general, tal vez podamos sorprenderlos y, precisamente así, captar su atención.

  • Dominar las TIC y en particular las redes sociales. A esta altura ya todos debemos tener claro que internet, la tablet o el móvil forman parte de nuestra vida diaria queramos o no, de la de todos, incluyendo profesorado y alumnado. Así que basta ya de prohibir el uso de móviles en el aula y ya no vale el es que yo estoy mayor para esto, porque si somos profes tenemos que tener capacidad para aprender a usar, si hace falta, hasta Snapchat… Bueno, yo confieso que con Snapchat tampoco he podido, pero estoy dispuesta a volver a intentarlo.

  • Dedicar tiempo a la formación permanente que está en relación directa con lo anterior. Si queremos estar al día y queremos dominar las TIC tenemos que formarnos, ya sea con cursos presenciales, con planes de formación online o asistiendo a encuentros y jornadas. Hay que ver lo que hacen otros, aprender e inspirarse para poder mejorar cada día la actividad docente y para poder ser realmente los motores del cambio educativo que buena parte de la sociedad está pidiendo a gritos.

  • Contextualizar la propuesta de actividades es algo que tenemos que mejorar. En mi materia, física y química, toda la vida los problemas de caída libre han comenzado por: «Se deja caer una maceta desde lo alto de una azotea…» pues mira, ¡no! La idea no es buena, ese contexto aburre y no es adecuado. Hay que crear otros contextos más amplios, que den más juego, más realistas y más cercanos a alumnado. Vale que a algunos nos gusta hacer ecuaciones, derivadas e integrales por el placer de calcular, pero es que somos unos frikis… para buena parte del alumnado la cosa tendrá más gracia si el contexto en el que se presentan las actividades es el apropiado.

  • Disfrutar compartiendo tiempo y espacio con niños y jóvenes. Esta es otra de las claves, si odias a los niños, por favor, ¡no te hagas profesor! Ya sé lo que me vais a decir: Es que tenéis muchas vacaciones… Pues sí, mira, es verdad, tenemos más que en otras profesiones, pero por algo es. Durante el horario lectivo faltan ojos y manos para atender a esos 20 o 30 pequeños que son tu responsabilidad y que permanentemente reclaman tu atención. Además, más allá del horario lectivo, yo no llevo la cuenta de las horas que trabajo, unos días son más, otros son menos, pero estoy segura de que si hago cómputo global más de 8 diarias son.

  • Conectar con el alumnado compartiendo experiencias para romper esa barrera que hay entre la zona del encerado y la de los pupitres. Aunque vivamos permanentemente con la espada de Damocles de los estándares de aprendizaje sobre nosotros, de vez en cuando tenemos que echar el freno al contenido de la materia y pararnos un rato a charlar de temas más triviales. Hay momentos como los ratos de patio, las horas de guardia cuando falta un profesor o los días en los que por alguna razón solo asiste a clase una parte del alumnado, que son ideales para hablar con los alumnos de su vida, de la nuestra y para compartir algunas experiencias.

  • Saber escuchar porque ellos y ellas también tienen mucho que decir. Normalmente vamos tan apurados con la idea de desarrollar todos los contenidos del currículo que ni dejamos hablar. Soltamos nuestro rollo y solo admitimos preguntas sobre dudas concretas relacionadas con la materia. Tanto es así que no es difícil comprobar como a medida que los alumnos y alumnas suben de nivel, en general, cada vez preguntan menos y eso también está muy mal. No se trata de dejarles que nos revienten la clase o que distraigan la atención a propósito, que también es una técnica que algunos usan, pero cuando necesitan hablar hay que sentarse a escucharles igual que a nosotros nos gusta que nos escuchen de vez en cuando.

  • Estar dispuesto a aprender de los alumnos y las alumnas porque ellos pueden aportar a todo un punto de vista diferente al nuestro y, no siempre, pero a veces eso nos puede dar una visión de las cosas que nos puede ayudar también a nosotros a construir aprendizaje propio. Además son los niños y las niñas los únicos que nos pueden enseñar a usar Snapchat, nuestros amigos tampoco saben, así que ese también es un aspecto importante a tener en cuenta.

  • No olvidar que todos pasamos por ahí. Corregidme si me equivoco, pero creo que la mayoría de profes antes hemos sido niños y alumnos y hemos latado a clase, hemos fumado en algún baño, hemos olvidado los deberes, hemos hablado en clase cuando el profe mandaba callar, nos hemos entregado notitas (porque no teníamos whastapp)… Bueno, yo no, yo no he hecho nada de esto porque era muy estudiosa, seria y responsable, pero seguro que muchos profes sí y es algo que de vez en cuando está bien recordar.

  • Por último seguro que ese profe guay no pone en su bio de Twitter algo como real influencer porque, como ya dijimos antes, a nuestros alumnos les va a dar la risa si nos pasamos de modernos. Así que lo mejor será que todo esto quede entre nosotros y que nuestro alumnado no se entere de que nos montamos estas películas para ver si conseguimos que les mole el teorema de Pitágoras. Por suerte en este caso, ellos leen poca prensa y pocos blogs, pero igual eso significa que tendremos también que replantearnos las formas que los mayores tenemos para comunicarnos.

Con todo, personalmente no creo que todas las características anteriores sean necesarias al mismo tiempo. Un profesor puede influir muy positivamente en su alumnado por la pasión que transmite al guiar el aprendizaje de su materia sin necesidad de ser un gran conocedor de las TIC. Tampoco son los profesores los únicos real influencers, fundamental en ese sentido es el papel de la familia. Pocos influencers imagino mejores que los abuelos, gracias a su amplia experiencia en la vida, y la mayoría no tienen ni idea de lo que es Snapchat.

La noticia Qué necesita un profesor para que sus alumnos le vean como un real influencer (en lugar de a los Youtubers) fue publicada originalmente en Bebés y más por Raquel .

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