La trayectoria trazada por Sonido Vegetal en sus siete años de existencia resulta del todo estimulante. La amistad ocupa el núcleo de una biografÃa que prefiere el zig-zag a la lÃnea recta. Sus raÃces agarran en Dúrcal, capital del Valle de LecrÃn, pequeño creciente fértil que se extiende entre Sierra Nevada y la Costa Tropical, al sur de Granada. De allà provienen todos los componentes de este grupo pionero, que ha aceptado el reto de asimilar las enseñanzas del punk gitano sin renunciar a las potentes señas de identidad otorgadas por su propia denominación de origen, con el Mediterráneo como discreto y sempiterno testigo. Esos rasgos de carácter dominan âVerbena Calaveraâ, el tercer álbum de la banda, que se publica hoy, 23 de octubre.
El kernel de Sonido Vegetal está formado por Néstor Melguizo (voz, guitarras, composiciones) y Manuel Iglesias (trompeta). Junto a ellos operan otros cinco durqueños âAntonio Parejo (bombardino), Gerardo Ãnica (guitarra), Charlie Morales (bajo), Johans Pedreros (baterÃa) y Fidel MegÃas (teclados)â más una leyenda del afterpunk británico â Martin âYouthâ Gloverâ cuyo nombre infunde un respeto genuino. El veterano músico inglés âbajista de Killing Joke, productor de largo recorrido con una hoja de servicios de las que quita el hipoâ reparte sus dÃas entre Londres y Albuñuelas, localidad cercana a Dúrcal en la que regenta El Mirador, estudio de grabación enclavado en un paraje de ensueño a la vera de la sierra. Youth se ha convertido en una pieza fundamental para entender la evolución artÃstica de Sonido Vegetal, con quien empezó a trabajar en 2012, dirigiendo la producción de âLas bases del razonamientoâ, el revelador segundo álbum del grupo.
Aquel disco fue punto y aparte para el tándem compositivo formado por Melguizo e Iglesias. Hasta ese momento, Sonido Vegetal se habÃa decantado por una solvente aproximación de cariz electrónico al legado de la música popular jamaicana. El reggae mandaba en sus pentagramas y el grupo âpor entonces un trÃo que completaba el percusionista senegalés Babacar Kamaraâ parecÃa decidido a explorar esa vÃa en busca de una expresión más amplia. Youth intuyó que aquellos muchachos podÃan articular un discurso diferente y, en lugar del insidioso âsà a todoâ, optó por el calzón quitao. Les propuso hacer tabula rasa y reorientar su apuesta hacia un territorio distinto, el del punk gitano de ascendencia balcánica que grupos como Kultur Shock, Balkan Beat Box o Gogol Bordello han popularizado en todo el mundo.
La cosa no solo funcionó muy bien en lo creativo, sino que permitió a Sonido Vegetal llegar a un público más amplio, traspasar nuestras fronteras para actuar en festivales carismáticos como el Boom Town Fair británico y consolidar su reputación como grupo de plena garantÃa festera sobre las tablas. Porque ahÃ, en la celebración colectiva y exenta de prejuicios, radica buena parte de su atractivo. Parece complicado, por no decir imposible, aburrirse en un concierto del septeto granadino.
âVerbena Calaveraâ supone un importante avance expresivo para Sonido Vegetal e incorpora elementos autóctonos de encaste sureño a su efervescente bebedizo de punk-rock eslavo. Un cambio de perspectiva que refleja su maduración y les ratifica a salvo de cualquier prejuicio o limitación estética.
En âCarromato Punkâ, primer sencillo extraÃdo del álbum, ya se hace notar esa evolución. La efectiva plantilla rÃtmica de naturaleza mecánica, el trabajo melódico y el fraseo de Melguizo sugieren que estamos ante una nueva etapa para Sonido Vegetal. Y esto se confirma con holgura a renglón seguido, vÃa âPonle corazónâ, una pieza de espÃritu rumbero adornada con metales de aire latino que puede conquistar cualquier plaza a la hora del baile. Incluso el cierre, a lomos de âMentiraâ, establece una evidente conexión con la tradición musical del meridiano y nos hace recordar que aquà se acuñó el término gypsy-rock muchÃsimo antes de que los cazadores de tendencias la fliparan con el gypsy-punk.
Quienes conectaran con la música de Sonido Vegetal gracias a sus anteriores trabajos no deben temer, porque âVerbena Calaveraâ preserva aquellas esencias. Canciones como âDesnudaâ, âLa princesaâ âpasodoble febril de indiscutible lirismoâ o âMaribelâ âplantilla dub, estribillo-arrebato, texto confesionalâ llevan en su genoma el ADN de la fiesta, el pogo y el coreo masivo. Y hay más. En las estrofas de âEstudia muchoâ, Melguizo casi rapea mientras dibuja un descarnado cuadro de costumbres digno de Evaristo Páramos. En âInternational Bussinessâ, tema cortado con patrones de ska al ralentÃ, no se hacen prisioneros ni se deja tÃtere polÃtico con cabeza. Y âTu libertadâ viene a resumir el estado de ánimo de este edificante trabajo, impulsado por el combustible de un descontento nunca ajeno a la alegrÃaâ¦.
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