Otto Walter repasa diez perfiles típicos del mundo laboral

Otto Walter International, la multinacional española líder en la mejora de comportamientos directivos y comerciales, ha hecho público hoy un listado de diez perfiles-tipo de profesionales, todos ellos dentro del entorno empresarial.

Los expertos de Otto Walter, que plantean esta tipología con una buena dosis de humor, aluden a comportamientos fácilmente identificables y que han venido detectando con sorprendente frecuencia en diversos entornos laborales. Paco Muro, Presidente de Otto Walter International opina: “Todos hemos visto a nuestro alrededor a alguno de estos pintorescos personajes, pero rara vez pensamos que nosotros podamos ser uno de ellos. Para cada uno los raros son los demás, por tanto, tú tienes que ser el raro para alguien, ¡fijo! Así que, mejor averiguar si los demás te identifican en esta lista para empezar a mejorar”.

¿Quién es quién en la oficina?
El protestón:
Pase lo que pase, protesta. Seguramente trabaja como el que más, pero es incapaz de decir algo positivo; su vocabulario, su actitud, y su tono de voz sólo admiten comentarios críticos o negativos. Para este tipo, cualquier cambio o noticia es siempre a peor. Cuestiona todo y lo hace siempre en público, y aprovecha cualquier reunión, curso, grupo de pasillo o viaje, para soltar pestes de la empresa.

El inútil encantador: Desesperante y entrañable a partes iguales. Siempre con un detallito para todos, se deshace en sonrisas y candidez y es absolutamente inútil para el trabajo. Nadie sabe muy bien cómo consiguió entrar a trabajar, porque desde el primer momento ya se veía que su capacidad profesional era ínfima. Pero una vez dentro, ha pasado a formar parte del decorado de la oficina, y ¿quién se atreve a decirle nada al pobre? Llegaran épocas de crisis, reajustes de plantilla, rotación del personal, pero milagrosamente sobrevivirá a jefes y compañeros.

El «Desmotivajefes»: Cumple con su trabajo, eso sí, solo hace lo estrictamente necesario. Nunca se ofrece a echar una mano, rara vez realiza un esfuerzo adicional, no presenta propuestas ni soluciones, participa lo justo para que nadie pueda decirle nada. Sólo reacciona con rapidez, y dudoso gusto en las formas, para protestar ante el más mínimo error administrativo que le afecte: una décima de más en la aplicación del IRPF, un día de retraso en el pago de unas dietas, o una interpretación del Convenio. Se cree mejor de lo que es y no le va eso de entregarse.

El torpe competente: Trabaja sin errores y con absoluta fiabilidad, y eso le hace suficientemente competente. Muy preciso mientras no le saquen de su rutina. Pero como tenga que tomar alguna decisión o una iniciativa propias, tiene un don natural para elegir siempre la peor opción. Se ahoga en un vaso de agua y tiene tendencia de hacer montañas de granos de arena. Se agobia y acaba agobiando a su entorno.

El bocazas: Su lengua es más rápida que su mente. Dice lo que no debe, como no debe, en el momento más inoportuno y ante las personas inadecuadas. Si pensara dos veces antes de hablar, sería el colaborador ideal, ya que cumple y tiene iniciativa, pero esa enorme boca suya le pierde y le desprestigia enormemente. A cambio, suele ser un excelente encajador, ya que está muy acostumbrado a recibir contestaciones afiladas ante sus habituales salidas de tono.

El marqués: Le echa más horas que nadie. Eso sí, sale a tomar café, come tranquilo y, como se queda hasta muy tarde, suele hacer una pequeña parada por la tarde. Efectivamente, pasa muchas horas en la oficina porque en su vida personal encajan muy bien los horarios laborales infinitos. El cree que es el que más trabaja, incluso se ve a sí mismo como el salvador del departamento, pero en realidad hace las mismas horas reales que el resto. Su caótica forma de organizarse hace que su eficacia sea inferior a su potencial. La imagen que crea en su entorno es que vive como un marqués consentido.

El fantasma: Se cree ‘Superman’, promete mucho pero nunca acaba nada. Se vende magníficamente dentro de la casa y, de hecho, invierte la mayor parte de su tiempo en relaciones públicas internas. Consigue que todo el mundo acabe trabajando para él, liando a los de su entorno. A la larga suelen acabar cayendo, pero después de haber dejado su sello en la empresa y más de un problema grave con clientes, proveedores y todo el que se cruza en su camino.

El figura: Habla mucho y en voz bien alta. Es el gran animador de las comidas hasta el café, a partir de ahí suelen perder los papeles y abochornar a cualquiera. Auténtico profesional de los numeritos, trabajar con él será divertido a ratos y pero duro la mayor parte del tiempo. Buen tipo en el fondo, sano, mediocre en su trabajo y permanentemente feliz. Seguramente para él todo es difícil, la competencia es dura, y su concepto de negociación es entrar en casa del cliente y ofrecer el máximo descuento posible y algún regalo antes de que éste abra la boca.

El mensajero de los dioses: Se trata de un mando intermedio que sólo es eso, intermedio. Tiene a un jefe de carácter fuerte y se limita a hacer de mensajero de sus órdenes. Tragará con todo, jamás discutirá con su jefe una decisión por absurda que sea, la asume y la comunica como si nada. Ante su equipo evidencia sin complejos que es un “calzonazos”, pero no le importa, cobra un buen sueldo y tampoco aspira a más. Por supuesto, cada vez que alguien quiere algo que implica a su departamento, le puentean.

El mariposa: colaborador destacado y eficaz que trata de llevarse bien con todos, y, muy especialmente con los de arriba. Mientras todo va bien es un compañero ideal, pero cuando las cosas se complican siempre tomará partido por el jefe. No se mojará jamás por un compañero, tragará con lo necesario para esquivar los golpes y será aliado de injusticias y atropellos sin dudarlo. Eso sí, siempre tratando de mantener el tipo, no enfrentarse con nadie y seguir llevándose bien con todos.

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