‘Ser un gran actor conlleva diversos riesgos que la gente desconoce’, afirman en AficionArts

Todo gran actor tiende a desarrollar su propia técnica de actuación, pero a lo largo de la historia han surgido diversos maestros como Stanislavski o Strasberg que han influido en toda una generación de actores con sus enseñanzas.

Strasberg, por ejemplo, defiende la idea de que para interpretar un personaje con sinceridad, un actor debe ‘vivir’ el personaje o como mínimo algunas piezas de la historia de la vida del personaje. Y así ha sido como actores como James Dean, Al Pacino, Dustion Hoffman, Angelina Jolie o Scarlet Johansson han enfocado su carrera.

Actuar es jugar. Es el juego de hacer realidad la ficción. De crear la sensación de que una escena ya sabida surge por primera vez. Pero sobro todo es el arte de comunicar emociones y pensamientos al público, de dar vida a los personajes y las historias en las que participan.

«En Aficionarts nos decantamos por un trabajo basado en el pensamiento, en dar vida a los personajes desde lo que piensan y quieren en cada momento. Parece que el pensamiento es menos orgánico que el sentimiento, el público en general considera de un actor o actriz ha de sentir lo que el personaje siente y para ello ha de hacer uso de sus vivencias para pasar por las emociones que el personaje demanda» mantiene Asier Olaizola, actor profesional y director de la Escuela de Teatro AficionArts en Madrid.

En esta Escuela de Teatro defienden el pensamiento como la mejor forma de acceder a las emociones del personaje. Porque si bien sentir el mismo dolor que el personaje puede hacernos actuar mejor, también puede ser extremadamente peligroso. Tanto física como emocionalmente.

Muchos de los grandes maestros de actuación teorizaron sobre cómo representar mejor las emociones de un personaje. Algunos creían que era más importante mostrar la emoción que sentirla; otros creían que sentir la emoción era el primer paso para mostrarla y, por lo tanto, crearon formas de acceder a la emoción real.

«Pero en realidad, nuestras emociones surgen de los que pensamos y si nos colocamos en lo que los personajes piensan y quieren en cada momento podremos llegar a la emoción del personaje que interpretamos de una forma orgánica y humilde, sin el peligro de que nuestras emociones o sentimiento personales afecten o dominen nuestra actuación.

Esta aproximación nos permite entender a los personajes sin juzgarlos y protege a los actores (especialmente a los aficionados) a la hora de abordar sus interpretaciones sin desarrollar procesos psicológicos intensos que nos pueden arrastrar a lugares que no nos favorecen, pero que sobre todo hacen que los actores o actrices estén más centrados en sí mismos que en la escena», concluye el Director de AficionArts.

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