Traducir películas en español al español: un debate tras la polémica de la mexicana Roma

De acuerdo con la RAE, traducir es “expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra”. Si se hace una interpretación literal de esta definición, es difícil considerar que se pueda traducir una película mexicana para que sea entendida por cualquier hispanohablante.

El español no deja de ser español independientemente del lugar o la zona geográfica donde se hable, aunque sea gracias a esa realidad que el lenguaje se enriquece y se llena de matices.

En base a esta afirmación, no es de extrañar que haya quien se haya echado las manos a la cabeza tras los subtítulos creados por Netflix en la película Roma del director mexicano Alfonso Cuarón, un film originalmente rodado en español mexicano y mixteco.

La polémica ha sido tal que ha propiciado que la conocida plataforma de contenidos retire los subtítulos.

El hecho ha dado mucho que hablar entre filólogos, traductores, artistas y cinéfilos. Es reseñable comentar que el propio director, Cuarón, no se ha sentido muy cómodo con la idea:

Me parece muy ofensivo para el público español el que Roma la hayan subtitulado con español castellano. El color, la empatía, funcionan sin los subtítulos. Me parece muy ridículo, parroquial e ignorante.

La discusión llegó hasta la Real Academia Española (RAE), en la que el filólogo Pedro Álvarez de Miranda declaró, posicionándose a favor del director mexicano, que el hecho supone “una falta de confianza” a la capacidad de la comunidad panhispánica de entenderse.

Traducción e intraducción o adaptación lingüística
La traducción de las películas en español, sea mediante doblaje o subtítulos, no es algo nuevo; en España, desde la época de la dictadura franquista, concretamente desde el 24 de abril de 1941, se promulgó en España una Orden Ministerial que decía: “Queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español”.

Este suceso ha provocado que durante años todas las películas exhibidas en España hayan pasado por el doblaje. Por eso quizás, hoy no es raro reconocer la voz de Robert de Niro o Tom Cruise por la de su doblador al español antes que por la voz original del actor.

Si bien es cierto que, cada vez más, la costumbre de doblar todas las películas en España va quedando en desuso y el público, con un conocimiento de idiomas extranjeros cada vez mayor, quiere disfrutar de la riqueza y los matices que ofrecen un visionado en versión original.

Sin embargo, este no es el caso de Roma. La película, nominada a los Óscar 2019 y ganadora de dos Globos de Oro como mejor película extranjera y mejor dirección, ha sido rodada en español de México y en mixteco, por lo que, obviando el segundo idioma, que es lógico sea subtitulado para el mercado hispanohablante, no tiene sentido hablar de traducción.

Traducir películas de un idioma a otro es bastante frecuente, pero lo que en Roma ha acontecido, como señalan desde Aire Traducciones, es una “intraducción”, o dicho de otra manera la “traducción” dentro de un mismo idioma. También se puede llamar a ese proceso adaptación lingüística, ya que consiste en (como su nombre bien indica) “adaptar” una variante de la lengua en otra, dentro del mismo idioma, facilitando así que los receptores del mensaje entiendan perfectamente lo que se quiere decir, evitando malentendidos o perdiendo matices por falta de comprensión.

Un acto que puede acabar con la riqueza del español, sus variaciones generacionales, geográficas o sociales y la capacidad de los hispanohablantes para entendernos.

El español neutro
Roma ha desatado una polémica de años: la creencia de español “neutro”, considerado por muchos simpatizantes del subtitulado, como el español que se habla en España.

Los defensores creen que, gracias al uso de ese “español neutro”, se ha favorecido el triunfo de muchas series españolas, como La Casa de Papel o Élite, en el mercado latinoamericano y a la inversa, muchas películas latinoamericanas han podido llegar más fácilmente al público de España.

Siendo justos, el caso de Roma, no es el primero. Ya han sido subtitulados y adaptados al público español grandes películas latinoamericanas como la argentina Nueve Reinas, o la también mexicana Amores Perros.

Sin embargo, ¿es posible que, de este modo, se anule la riqueza de matices de uno de los idiomas más hablados en el mundo?

No se debe olvidar que un idioma es algo vivo, que cambia, que se enriquece. Si la lengua es cultura, ¿por qué limitarla?

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