Germaine de Capuccini Goya presenta los tratamientos de belleza más extravagantes de la historia

Modificaciones craneales. En la antigua sociedad maya, las cabezas deformes eran sinónimo de belleza. Cuando nacía un bebé, le aplastaban la cabeza con una tabla, especialmente si era niña, ya que eso le aseguraría una vida próspera por su belleza única.

Orina para los dientes. En la Antigua Roma, las clases altas de la sociedad estaban obsesionadas con la salud dental. La limpieza bucodental se basaba en productos compuestos por orina, ya que el amoníaco que contiene actuaba como desinfectante. Además, recomendaban la micción de los portugueses, que llegó a convertirse en un producto de lujo por el que se pagaba cantidades desorbitadas de dinero.

Trozos de ternera para el cutis. Cleopatra, una de las musas de la belleza que nos ha dado la Historia, colocaba trozos de carne de ternera sobre la piel para mantenerla tersa y libre de flacidez.

En Grecia, tener un entrecejo poblado era un símbolo de belleza. Las personas que no poseían el vello suficiente, lo pintaban o se adherían pelo de animal a la piel. Otro de los deseos de los griegos por alcanzar la divinidad era ser poseedor de unos labios frondosos, algo que no resultaría extraño en la actualidad, salvo que, como técnica, utilizaban espinas de rosas o pinchazos de abeja para conseguir más volumen.

Ni cejas, ni pestañas. En la Edad Media, las mujeres que lucían largas pestañas y cejas definidas, eran prostitutas. Por ello, el resto solía llevarlas muy cortas o las retiraban por completo. Además de ser dolorosísimo, solía provocar heridas e infecciones oculares.

Depilación con arsénico. En el siglo XVI, tener una piel tersa y suave ya era un sueño para casi todas las mujeres. Utilizaban una pasta depilatoria hecha de arsénico, lima y cal, creada por los boticarios de la época y sin control sanitario. Unos años después pasaron a depilarse con papel de lija.

Estiércol de gato y vinagre para el pelo apagado. Las mujeres del Renacimiento daban mucha importancia a tener una melena brillante y suave. Utilizaban esta, nada agradable, fórmula para hacer ´revivir´ su pelo. Para lograr el cabello dorado ansiado de la época, recurrían a mezclas de azufre, cebolla y otros componentes.

Mascarilla de plomo. En la época victoriana, se concebía que la nobleza y las personas de la alta posición social debían tener la piel lo más blanca posible, ya que la tez oscura se relacionaba con los trabajos forzosos al sol. Para ello, utilizaban compuestos de plomo, óxido y carbonato de calcio para conseguir el efecto porcelana. Esta clase de elementos tóxicos producían irritaciones, hinchazones, calvicie e, incluso, podían llegar a producir la muerte por intoxicación.

Acerca de Germaine Goya
Ubicado en ´la Milla de Oro´, en pleno corazón del Barrio de Salamanca, abrió sus puertas en el año 2010, este centro de estética exclusivo Germaine de Capuccini. Es un auténtico templo de referencia en el sector médico estético, de 170 m2 de superficie, y cinco cabinas de uso individual, sonorizadas, climatizadas y equipadas con equipos de última generación médico-estética, que rinde culto a la belleza bajo la acreditación de Germaine de Capuccini y Alma Lasers Médica.

Sus tratamientos, no invasivos, -como son la cavitación/ultracavitación, radiofrecuencia corporal y facial, láser lipolítico, vacumterapia, mesoterapia virtual por electroporación, electroestimulación y presoterapia-, son la opción de aquellos que quieren adelgazar, así como eliminar grasa localizada y celulitis. Todo ello a través de las manos de profesionales expertos. Además, cuentan con multitud de tratamientos faciales, -como peeling químico, drenaje o limpiezas en profundidad-, diferentes tipos de masajes terapéuticos, y la plataforma de depilación láser Soprano más moderna y completa de España.

¿Dónde? En calle de Alcántara, 15. www.germainegoyamadrid.com

Tlf: 91 578 26 37

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