El Instituto Internacional Montessori Canela explica por qué elegir este método educativo

Cuando los niños alcanzan edad de ser escolarizados, es normal que entre los padres surjan dudas a la hora de optar por una u otra metodología educativa. “Lo principal en cualquier método educativo es el trabajo personal realizado por el adulto que acompaña en estos procesos vitales de niños y niñas”, explica Betzabé Lillo Orellana, formadora y una de las fundadoras del Instituto Montessori Canela Internacional. «No se puede afirmar con rotundidad»- añade- «que Montessori sea mejor método que Waldorf. Ni mejor que Pikler. Ni siquiera que es mejor que el trabajo por proyectos o por ambientes». «Todos son diferentes y lo que hay que buscar es aquello con los cada uno se identifique», explica.

La especialista cree que lo que acerca a Montessori es «su mirada de la vida, sus planteamientos antropológicos, su enorme capacidad para traspasar todas sus ideas, que la esencia de los planteamientos sea la observación, llevando una y otra vez al autoconocimiento».

Montessori es una pedagogía centrada en ‘ser’ que, a través del ‘hacer’ cotidiano, contruye experiencias que ayudan al desarrollo de la personalidad de cada niño y cada niña. Por ello es constante la importancia tanto de lo físico como de lo psíquico como clave del desarrollo del ser humano.

Algunos de los aspectos más destacables de la metodología Montessori serían:

Se trata de una pedagogía científica y rigurosa que permite personalizar el proceso educativo de cada niño y niña.

Promueve una evaluación continua, diferenciando claramente evaluar de calificar.

La gestión y organización del aula (currículum expuesto) facilita la labor educativa ya que todo está dispuesto respetando una secuencia lógica graduada en diferentes niveles de dificultad, en otras palabras, todo lo que un niño o niña ha de aprender en el transcurso de 3 años ya ha sido desarrollado a través de cada uno de los materiales disponibles en el Ambiente, lo cual se enriquece con las diversas propuestas que surgen en el día a día.

La armonía entre la libertad y los límites va desarrollando la responsabilidad. Llega un momento en que el niño no lo hace porque el adulto se lo pide, sino porque sabe que es algo que le hace bien. Por tanto, se puede decir que realmente el niño es protagonista de su aprendizaje.

Este clima emocional de confianza, cariño y respeto permite que cada uno se sienta parte del grupo de una manera orgánica y no forzada.

Respetar por todo y por todos, partiendo por el respeto a uno mismo que se cultiva día a día a través de pequeños detalles.

Desarrollar el diálogo como principal herramienta de intercambio de ideas y opiniones ayuda a valorar la diversidad como un espacio de crecimiento.

Se reconoce el error como una fuente de creatividad que impulsa a buscar nuevas respuestas, y no es sinónimo de castigo o fracaso.

Es una Pedagogía que tiene continuidad para Primaria y Secundaria, no sólo se ha desarrollado en las edades de 0-3 y 3-6 años.

«Montessori no es una moda» concluye Betzabé Lillo «es una metodología desarrollada sobre una profunda base científica que la sustenta y una espiritualidad conectada directamente con la trascendencia del ser humano».

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