'Siete rosas para Mario', de Guillermo Hermida gana el Premio Tiflos 2015 de Novela

Con el rótulo puesto, el de ser ganador del Premio Tiflos 2015, Siete rosas para Mario¸ la propuesta no podía ser mala: hace tiempo que el Tiflos ha ganado en prestigio y en buen hacer.

Y no es para menos, la obra de Guillermo Hermida, en principio sencilla, se presenta como una exposición de buena literatura, literatura de personajes dentro de una estructura narrativa correcta, que enseguida engancha al lector desde el disparador que provoca el encuentro entre el protagonista, Mario, y un amigo de toda la ida en torno «al problema» de las mujeres.

Por lo demás, es evidente que el jurado ha visto en Siete rosas para Mario una novela inteligente, que no busca impactos artificiales, sino que trabaja la literatura desde la ramificación de personajes y tramas, como se hacía anteriormente, para dar con un horizonte narrativo fresco pero pausado, con conceptos reflexivos para que el lector se pierda (y se identifique) dentro de la historia. Como se iba diciendo, desde el punto de partida que supone el siempre conflictivo debate alrededor de las mujeres, Mario se pregunta si realmente todas las mujeres son iguales. En ese punto, como en la magdalena que Proust moja en el té durante veinticuatro horas, Guillermo Hermida nos sumerge en un mar de recuerdos donde la pasión, el amor, el deseo se entrecruzan con las mentiras, el engaño y la obsesión.

Siete rosas para Mario, con un talento inusitado, produce en el lector un fenómeno asociado a la experiencia sensorial del recuerdo, que nos lleva a preguntarnos por nuestros propios caminos andados. Para ello, Hermida se vale de una ficción intimista, cronométrica, que invita a reflexionar sobre la naturaleza de las mujeres, sobre sus emociones y sobre el crecimiento sentimental. Al hablar de «ellas», naturalmente nos habla a «nosotros», en un apasionante retrato de las relaciones modernas, muchas veces simplificadas por caricaturas que nada tienen que ver con la realidad.

No hay referentes con quien asociar a Guillermo Hermida, acaso porque es uno de los pocos casos en que un autor sintetiza una voz propia y por tanto nueva, sin miedo al típico desfase entre la literatura de autor y la literatura de mainstream. Hermida escribe y escribe sin importale en lo más mínimo los cantos de sirena del mercado. Bienvenidos, por tanto, los valientes.

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