Los secretos que esconden los concursos literarios

Este 2016 ha supuesto un punto de inflexión para autores como Dolores Redondo y Carlos Bernatek, pues todos sus esfuerzos han sido recompensados con el logro del Premio Planeta y el Premio Clarín, respectivamente. Ganar un certamen de tales dimensiones parece una utopía para todos aquellos escritores, especialmente noveles, que aspiran a hacerse un hueco en el sector editorial y dar el salto como profesionales. Y, en cierta manera, lo es. La razón por la que una novela resulta ganadora y no otra atiende a secretos y particularidades propias de los concursos literarios que todo escritor debería conocer antes de enviar su novela.

1. Qué tipos de concursos literarios existen y cuál es su mecánica
Cumplir las bases del concurso, preparar la novela o el relato, enviarla y esperar el fallo del jurado. Esta debería ser la lógica de los concursos literarios. En cambio, muchos son los rumores que circulan sobre los resultados, sobre una supuesta elección de ganador negociada de antemano. Lo mejor es apartar los prejuicios y sustituir toda esa información surgida del desconocimiento por otra realmente útil. Existen diferentes tipos de concursos y cada uno de ellos tiene sus propias particularidades.

a. Concursos grandes
Entre los concursos literarios grandes se encuentran los premios Planeta, Alfaguara, Clarín o Primavera, es decir, aquellos organizados por los gigantes de la industria. La gratificación de estos premios literarios supera los 25.000€ y la selección del ganador atiende a tres situaciones distintas:

  • Se realiza una reunión con un agente literario para comprar los derechos de un autor que va a formar parte de la casa, se cierra un acuerdo y se entrega el premio.
  • El título de ganador se otorga a un escritor que ya es de la casa, pero que necesita un empujón por tal o cual motivo.
  • Puede que el premiado sea alguien extremadamente conocido; aquí, más que un escritor, lo que se busca es un líder de opinión (periodistas, mediáticos, presentadores, etc.).

Para todos aquellos que no se encuentren en una de estas tres circunstancias, el premio de consolación se reduce a que algún editor que haya leído su novela decida rescatarla porque haya quedado fascinado por la calidad de la misma. Así, el autor en cuestión podría formar parte de algún listado de finalistas o de un sello menor dentro del grupo editorial. Quizá no parezca mucho, pero menos es nada.

b. Concursos literarios con premios menores
El mecanismo de estos concursos es el siguiente: un grupo de lectores se encarga de hacer cribas de la enorme cantidad de obras que se presentan. Cada lector –que no tiene por qué ser un editor– puede llegar a leer entre 100 y 200 obras. Como es imposible abarcar tantos manuscritos, se centran en la primera página. Si les gusta, leen dos o tres páginas más. Si después de esto siguen convencidos, reservan la obra y ya la leen en su totalidad.

El número de obras que un lector reserva y analiza al completo supone un 10% del total y, sobre esta cantidad, se hace una nueva criba de la que salen muy pocas obras. Estas serán las que finalmente se entreguen al jurado oficial, miembros reconocidos que suelen ser escritores consagrados.

De esta manera, las primeras páginas de una novela o un relato se convierten en el elemento clave que puede hacer que una obra llegue más o menos lejos. Por ello, se debe evitar describir en esas páginas, por ejemplo, cómo baña el sol los campos al atardecer o narrar escenas similares. Centrarse en un comienzo impactante que despierte el interés del lector o cribador de un concurso es fundamental, lo que realmente ayudará a pasar el primer filtro.

2. La importancia de la corrección de texto
De la misma forma que un lector puede ver de un simple vistazo a la primera página si los elementos funcionan o no, también presta especial cuidado a la ortografía y la gramática. La primera página en particular y la novela en general debe estar libre de errores, puesto que lo contrario podría generarse una mala imagen de la novela y que el lector la abandone. Lo mejor es que el escritor o algún profesional realice un repaso profundo del texto y solvente esos fallos.

3. La maquetación cuenta
Al igual que la corrección, una buena maquetación resulta vital para facilitar el trabajo al lector –bastante difícil es ya tener que competir con cientos de escritores más–. Hay que eliminar las barreras entre la novela y él, presentar el manuscrito bien estructurado y evitar que lo rechace solo porque no se ha dedicado tiempo a explotar las herramientas que el procesador de texto ofrece. Aunque un manuscrito cumpla los requisitos de las bases, si está torpemente maquetado –con macros, titulares de colores raros, sin saltos de página–, el lector tendrá un motivo más para ponerse de mal humor. Una obra es como un regalo: si su envoltorio ha quedado bonito, será el primero que quieran abrir.

4. No ignorar las bases de los concursos literarios
Como si de un contrato se tratase, se debe prestar atención y leer cuidadosamente las diferentes cláusulas. Sería una pena que una novela se quedase por el camino únicamente porque no cumple con los requisitos definidos en el concurso. Cuando un escritor ha decidido presentarse a un concurso, debe esforzarse tanto como si fuera a mandarlo a una editorial y fijarse bien en puntos tan importantes como: derechos, fechas de entrega y plazos del concurso, formato, dirección, etcétera. Si el manuscrito no cumple con los requisitos de las bases, el lector del concurso tendrá una nueva razón para desechar ese trabajo…

5. Pensar antes de mandar
Muchos concursos se quedan con los derechos de la obra ganadora, lo cual es normal. Pero si el concurso es extremadamente pequeño –es decir, no se obtiene nada a cambio–, el escritor podría estar perdiendo la posibilidad de usar su obra para otro concurso o publicación. Por ello, es de suma importancia seleccionar bien qué concursos se ajustan mejor a las necesidades y cuáles pueden ser los más beneficiosos según objetivos.

6. No siempre gana el mejor
Al final, es inevitable que intervenga la subjetividad de alguna u otra forma y que el resultado del concurso depende de que le guste o no al lector. Como pasa en el cine, las películas más taquilleras no tienen por qué ser necesariamente de calidad o especialmente buenas desde el punto de vista artístico. No obstante, no ganar no significa que una historia sea mala (en absoluto). Un consejo para el escritor: respirar profundo, dejarlo atrás y centrarse en buscar la siguiente oportunidad.

7. Entonces, ¿dónde participar?
Realmente, los escritores pueden participar en cualquier concurso literario que quieran. Pero también es cierto que las probabilidades de éxito aumentarán si centran sus esfuerzos en concursos de ayuntamientos, de comunidades, de organizaciones culturales o de otros organismos. Estos apuestan por la calidad de las obras, no solamente por un nombre.

Estos son los puntos clave para entender el funcionamiento de los concursos y sacar el máximo provecho de ellos, pero no hay que olvidar que no siempre se gana ni tampoco se hace a la primera. Muchas veces los resultados dependen de algo tan aparentemente insignificante como los estados de ánimo del lector de turno. La confianza en uno mismo y en su novela, la paciencia y la perseverancia son los aliados de todo escritor. No ganar no significa ser mal escritor. Además, una primera oportunidad puede aparecer en el lugar más inesperado, así que no se deben cerrar puertas, sino llamar a cada una de ellas. Todo esfuerzo tiene una recompensa.

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