La gran explosión de Shenzhen

Con la llegada de Deng Xiaoping al poder, China inició múltiples reformas a nivel económico y social. Entre ellas: la entrada de capital extranjero y la comercialización con otros países. Esto permitió al país alcanzar unas cotas de crecimiento muy elevadas, revelándose como una de las futuras potencias económicas del mundo.

Shenzhen paso de 30.000 habitantes a más de 10 millones en treinta años. Como parte de esas reformas, Shenzhen, una pequeña localidad de 30.000 habitantes situada a treinta kilómetros de Hong Kong, fue declarada como «Zona Económica Especial». El objetivo era sencillo: atraer a la fortuna de Hong Kong y desarrollar un nuevo epicentro económico en China. Para ello, abrió la puerta a las inversiones extranjeras y, por consiguiente, al crecimiento económico de la ciudad.

Shenzhen llegó así a alcanzar más de diez millones de habitantes en unos treinta años —18 millones si recogemos el área metropolitana—. Se convirtió en el epicentro tecnológico del país: Huawei y ZTE tienen sus sedes en Shenzhen; Apple, Foxconn y otros gigantes tecnológicos ya están desarrollando sus primeros centros de innovación y producción en la región; y, cómo no, miles de startups dan sus primeros pasos en incubadoras de Shenzhen. Muchos ya comienzan a identificar a Shenzhen como «el Silicon Valley chino».

La proximidad a Hong Kong es determinante en el crecimiento de Shenzhen. La antigua colonia británica, más abierta al comercio exterior y al capitalismo, sirvió como puente para conectar Shenzhen, a escasos 30 kilómetros, con la inversión extranjera. A día de hoy, de hecho, son muchas las compañías que continúan operando desde Hong Kong pero transportaron sus industrias y manufacturas a Shenzhen.

Shenzhen aloja las principales empresas tecnológicasLa ciudad aloja la segunda mayor Bolsa de China, solo superada por Shanghái. La diferencia entre ambas: Shenzhen aloja las principales empresas tecnológicas del mercado; Shanghái, en cambio, aloja las principales entidades financieras del país —y del extranjero—.

El producto interior bruto de Shenzhen alcanzó los 270.000 millones de dólares para el año 2015. Un PIB similar al de países europeos como Portugal. Según el libro Special Economic Zones and the Economic Transition in China, durante 1981 y 1993, el crecimiento de Shenzhen fue del 40% cada año, mientras que el país, como conjunto, creció un 9,8%. El ritmo de crecimiento disminuyó progresivamente entre 1993 y 2015, rondando actualmente el 10% de crecimiento por año.

En Shenzhen es posible encontrar empresas como BYD, Coolpad, ZTE, TP-Link, DJI, OnePlus, ZTE o Huawei. Todas ellas tienen sus sedes —o grandes laboratorios— en Shenzhen. El resultado es una ciudad muy industrial, dinámica y en constante desarrollo.

La ciudad está en constante expansión en todos los planos. Pasear por las calles de Shenzhen, de hecho, es observar obras constantes. La expansión y mejora de la ciudad no se detiene en ningún momento. Cualquier espacio vacío se «rellena» con rascacielos, centros de innovación o viviendas. A las afueras de la ciudad, esto es especialmente apreciable.

El mejor ejemplo del crecimiento y dinamismo de Shenzhen es su aeropuerto, el Shenzhen Bao’an International Airport, situado a 35 kilómetros del centro de la ciudad. Es considerado uno de los aeropuertos más atractivos por revistas como Architectural Digest —especialmente su tercera terminal—, y en 2010, movió más de 26 millones de pasajeros.

La influencia de la tecnología en el desarrollo de Shenzhen es perceptible más allá de las industrias y las empresas. En la ciudad se encuentran miles de mercados tecnológicos en los que es posible adquirir, personalizar e intercambiar piezas tecnológicas. Un ecosistema en el que se fomenta la creación de productos propios y la modificación de los ya existentes.

El ecosistema de Shenzhen fomenta la creación de productos propios. Muchas de las fábricas citadas por Álex Barredo para la fabricación de smartphones genéricos están asentadas en Shenzhen. Epudo, por ejemplo, estableció su sede en la ciudad asiática en 2007. Y desde entonces se ofrece como proveedor de dispositivos genéricos a cualquier partner del mundo que lo desee.

Todo este ecosistema está envuelto por más de 70 edificios de más de 150 metros de altura, entre los que destaca Ping An Finance Center, con unos 600 metros de altura aproximadamente. Y es que con 4.300 habitantes por kilómetro cuadrado (según el último censo), Shenzhen se ha convertido también en una de las ciudades más densas del mundo.

Esta expansión, inevitablemente, ha tenido un coste: el desplazamiento de los miles de campesinos que habitaban la ciudad de Shenzhen. Algunos de ellos obtuvieron compensaciones. Otros, en cambio, tuvieron que abandonar su estilo de vida en favor de la ciudad que es hoy Shenzhen.

La industrialización ha causado problemas como la explotación o los bajos salariosLa industrialización también ha hecho emerger problemas como la explotación laboral o los bajos salarios de fábricas como Foxconn. De hecho, las historias de suicidios e incidentes en las factorías no son ningún secreto para el mundo —tanto dentro como fuera de China—.

Pese a ello, la ciudad de Shenzhen es la mejor representación del crecimiento económico que el país ha experimentado durante las últimas décadas. La apertura al capitalismo y al comercio internacional, unidos a las medidas económicas tomadas por Deng Xiaoping y sus sucesores, han sido los principales responsables. Shenzhen explotó, y ahora es el epicentro económico y tecnológico de una de las mayores potencias del mundo.

El contenido de este comunicado fue publicado primero en la página web de https://hipertextual.com/
 

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