La vida de los animales importa

El perro es el mejor amigo del hombre, o eso es lo que se suele decir. Es cierto, un perro es un animal, nuestra mascota si hemos adoptado alguno, pero no por ello el vínculo que creamos con ellos es menos o no importa tanto como el que creamos con cualquier persona.

De hecho, los perros, al igual que los gatos, son mamíferos, y tenemos mucho en común con ellos. Son criaturas capaces de sentir, de desarrollar su propia personalidad. Son seres que pueden amarnos, querernos, y no solo por el hecho de sentir que tienen a alguien que los alimente. Por eso, es importante entender que los perros son seres vivos que merecen vivir. Es vital que tomemos conciencia de lo fundamentales que son en la vida de los humanos,sí, pero sobre todo del hecho de que no debemos hacerles daño.

Concienciar es duro, difícil, complicado. Es una meta a largo plazo. Cada año, cientos de mascotas son abandonadas por sus dueños, que previamente las han adquirido con la idea inmutable de que, más que seres vivos, son cosas, adquisiciones. La adquisición animal es un problema que adopta múltiples formas. Una de ellas es la preferencia por la compra, y no por la adopción. Al comprar un animal, estamos abandonado a muchos otros perros y gatos abandonados que, al causar exceso de población en las protectoras, finalmente son sacrificados. Además, muchos perros y gatos de raza y hembras son explotadas para el embarazo indiscriminado, lo que genera un negocio de venta de animales de raza. Eso, en última instancia, es esclavitud.

¿Qué se puede hacer? Muchas cosas. Para empezar, campañas de concienciación, la base de todo buen activismo. Es cierto que para dichas campañas hace falta dinero. Pueden ser donaciones, recaudadas a lo largo de doce meses; o quizá algo más inmediato, como la solicitud de minicréditos rápidos, lo que aporta fondos suficientes para crear eventos, asociaciones sin ánimo de lucro con local, y muchas cosas más. En los últimos tiempos, de hecho, están surgiendo iniciativas muy bonitas y extraordinarias desde el punto de vista de la promoción y de la concienciación de la importancia de la vida animal. Por ejemplo, en España han empezado a surgir los cat-cafés a imitación del modelo japonés. Básicamente, cafeterías a las que cualquier persona puede acudir para tomarse algo en compañía de gatos. Muchas de estas cafeterías tienen acuerdos con protectoras y la experiencia puede servir para que, quien lo desee, adopte un felino.

Un minicrédito o una inversión adecuada permiten la existencia de este tipo de locales en un panorama capitalista. El capitalismo, como sabemos, es el principal culpable de la cosificación de los animales, pues automáticamente se convierten en productos. Iniciativas como la cafetería gatuna o los eventos y ferias, sin embargo, se aprovechan de el para conseguir el impulso que necesitan conseguir algo ideológicamente más grande: conseguir que cientos, quizá miles de personas, se den cuenta de que los animales no son una cosa. Que hay que protegerlos, quererlos, cuidarlos, especialmente si hablamos de animales domésticos.

Esta concienciación, a largo plazo, debería dar resultados muy positivos en ámbitos realmente importantes. Por ejemplo, debería reducirse el abandono animal, algo que afecta a cientos de mascotas cada año. Muchos cachorros acaban en cajas o en contenedores de basura porque sus dueños, o bien ya no sienten el deseo de ocuparse de ellos, o bien no tienen medios y recursos para conseguirlo. Más adelante, quién sabe, tal vez empecemos a construir una sociedad vegetariana primero, y vegana después. El veganismo, de hecho, ha adquirido mucha fuerza en los últimos diez años gracias fundamentalmente a la gente joven. La generación millennial, entre otras cosas, destaca por la sensibilidad hacia colectivos oprimidos, siendo los animales uno de ellos.

Por esa razón, porque el activismo es cada vez más fuerte, merece la pena seguir apostando con él aunque sea a través de financiación como préstamos rápidos. Está en juego la vida de muchos seres vivos que, como nosotros, tienen derecho a existir, a ser, y a vivir tranquilos. El especismo tiene que acabar. No será fácil, no será inmediato, pero poco a poco se están obteniendo resultados. El futuro, en definitiva, se presenta brillante y esperanzador.

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